Aquel verano iba hacer uno más de los muchos veranos de mi juventud, sin embargo todo cambiaría cuando un tío mio me llevo a trabajar a aquel taller de mecánica sucio, y con aquel olor a gasolina que se imprecnaba en la ropa, y yo con 12 años de edad allí frente a ese escenario, tal vez para todos ese seria mi futuro y ahí terminaría mis días, trabaje un año y medio en ese taller aprendí a habituarme al ambiente a las jergas de todo mecánico, y muchas veces no entendía porque después de realizar un duro trabajo con un camión todos se ponían a celebrar con mucho licor entre el dueño del taller y los demás mecánicos. La vida de todo mecánico es dura porque tener el olor a gasolina en el cuerpo no es agradable, la ropa de manchaba de grasa fácilmente en el taller, pero había largas horas de soledad y espera cuando no había autos que arreglar es justo es ese preciso momento que ingreso un auto bien elegante con lunas polarizadas, se estaciono con mucha cautela y abrió las puertas una señora de buena presencia, después de realizar el mantenimiento al auto la señora realizo el pago al dueño del taller y aquella señora se acerco a mi y yo estaba aquel día con un polo negro por la grasa, con un pantalón manchado de aceite y con zapatos desgastados, aquella señora me dijo algo que cambiaría mi vida por completo, me dijo usted jovencito no es para este trabajo usted esta para cosas grandes, se subió a su auto y se marcho. Pocas después me fui del taller para siempre. Y comencé a formarme en aquel sueño que tenia desde niño que era la de crear y hacer cosas diferentes que ayuden a las personas.
Si tu lo crees con todo tu corazón, con todas tus fuerzas sera posible.
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